CAPACIDADES PSICOMOTORAS

Reflejos

Los primeros movimientos que se pueden provocar en el recién nacido consisten en reflejos. Los reflejos son reacciones automáticas desencadenadas por estimulaciones sensoriales diversas. El nombre de reflejos arcaicos se describe un conjunto de reacciones motrices que tienen como particularidades el estar presentes en el momento del nacimiento e ir desapareciendo progresivamente durante el primer año de vida, no encontrándose, por tanto, en el repertorio de conductas del adulto.

A continuación, se describen algunos de los reflejos arcaicos y de los reflejos permanentes:

Reflejo Moro:

Este reflejo comprende dos momentos. En un primer momento, se produce un movimiento de extensión y de abducción de los miembros superiores: los brazos se abren y los dedos se separan; durante este tiempo, la cabeza está echada hacia atrás y la espalda está en extensión. En el segundo momento, los miembros superiores vuelven a flexión–aducción describiendo un movimiento en arco de círculo, lo que le ha valido el nombre de reflejo de abrazo. Este reflejo se puede provocar cogiendo al niño con una mano debajo de la cabeza y la otra en la parte inferior de la columna, y a continuación bajar rápidamente la mano que sostiene la cabeza y detenerla de golpe.

Reflejo cervical tónico asimétrico:

Este reflejo aparece cuando el niño se encuentra en posición supina y no llora, entonces se observa que mantiene la cabeza vuelta hacia un lado, al tiempo que el brazo y pierna correspondientes a ese lado permanecen extendidos y los miembros del lado contrario flexionados.

Reflejos bucales:

Este reflejo aparece cuando el niño se encuentra en posición supina y no llora, entonces se observa que mantiene la cabeza vuelta hacia un lado, al tiempo que el brazo y pierna correspondientes a ese lado permanecen extendidos y los miembros del lado contrario flexionados.

Reflejos oculares:

Son reflejos que consisten en un parpadeo o cierre de los ojos ante diversos estímulos. Así, el reflejo cóclea– palpebral está producido por un ruido agudo; el reflejo visual–palpebral o de “deslumbramiento” por una luz brillante; y el reflejo naso– palpebral por unos golpecitos en el puente de la nariz.

Reflejos de presión:

El primer componente es de tipo exteroceptivo y consiste en el cierre de la mano cuando se estimula su palma o la cara palmar de los dedos. Desaparece hacia los 3 meses.

Reflejo de salto:

Sosteniendo al niño en posición vertical, si el dorso de uno de sus pies roza el borde de una mesa, se observa que el pie se levanta, sortea el obstáculo y se coloca encima de la mesa. Desaparece hacia los 4 meses.

Reflejo Babinski:

Si se estimula la parte lateral de la planta del pie, se obtiene una extensión de los dedos. Desaparece a los 8–12 meses. Posteriormente, la misma estimulación provocará una flexión de los dedos del pie.

Reflejo natatorio:

Consiste en movimientos rítmicos de los brazos y de las piernas cuando se introduce al niño en el agua. Puede persistir hasta los 6 meses.

Reflejo de Galant:

Colocado el niño en posición prona, si se estimula la parte lateral de

la espalda, se produce una incurvación del tronco hacia el lado en el que se ha aplicado el estímulo.

Reflejo Landau:

Si se coge al niño suspendiéndolo en posición ventral, se observa que el tronco se endereza, la cabeza se eleva y los brazos y los pies se extienden.

Reflejo de paracaídas:

Este reflejo se provoca sujetando al niño por los costados en suspensión ventral y bajándolo repentinamente hacia una superficie, entonces se observa que el niño extiende los brazos como para protegerse de la caída.

Tono Muscular

El tono muscular se puede definir como la tensión ligera a la que se halla sometido todo músculo en estado de reposo y que acompaña también a cualquier actividad postural o cinética.                                                                  

Esta tensión puede ir desde una contracción fuerte (hipertonía) hasta una débil (hipotonía). La evaluación del tono en el recién nacido y en el lactante es un elemento fundamental para apreciar la edad de maduración y para detectar las anomalías del sistema nervioso. En este sentido, André– Thomas y Ajuriaguerra (1949) describieron tres pruebas clínicas que permiten apreciar el estado del tono:

A) La consistencia del músculo: es evaluada por la presión del músculo entre el pulgar y el índice.

B) La extensibilidad: está constituida por la longitud que puede imprimirse a un músculo alejándolo de sus inserciones.

C) La pasividad o balanceo: es la mayor o menor resistencia que opone el músculo a su extensión. Si se moviliza el tronco del recién nacido se observa que la cabeza se balancea mientras que los miembros permanecen solidarios al tronco.

El tono desempeña un papel muy importante en el desarrollo psicomotor, pues de él depende el control de la postura, el mantenimiento de las actitudes y el dominio de la motricidad fina y gruesa. En efecto, el tono forma con la postura una unidad tónico– postural cuyo control da al sujeto la posibilidad de canalizar la energía tónica para que realice sus gestos o para prolongar una acción o una posición del cuerpo.

La evolución del tono no es homogénea. El tono axial y el tono de los miembros evolucionan de modo inverso. Respecto al tono de los miembros, en el recién nacido encontramos un alto grado de tonicidad (hipertonía) y como consecuencia, brazos y piernas permanecen flexionados, siendo difícil conseguir su extensión.

El tono axial, sin embargo, está menos desarrollado en el recién nacido, presentando un nivel bajo de tonicidad (hipotonía). En los meses siguientes, se va a ir produciendo una mayor tonicidad en los músculos del tronco siguiendo la progresión cefalocaudal, haciendo posible que el niño pueda mantener la cabeza erguida, sentarse, ponerse de pie y caminar. El tono de los miembros, sin embargo, pasa por una fase de hiper- extensibilidad (hipotonía) antes de alcanzar la tonicidad normal.

Este hecho ha sido estudiado por Stambak (1978), quien ha descubierto que el ritmo de evolución de ciertos aspectos motores (posición de pie, marcha, prensión), está en relación con el grado de extensibilidad de cada niño.

se pueden describir unos tipos motores que, en los extremos de la distribución, serían dos:

• El niño hipertónico: es poco extensible y manifiesta desde los primeros meses una gran movilidad que aumenta con cada una de las adquisiciones del desarrollo postural. La adquisición de la posición de pie y la de la marcha son precoces.

• El niño hipotónico: es muy extensible. Es más bien tranquilo y su desarrollo postural más tardío que el de los niños hipertónicos. Prefiere los juegos de manipulación de objetos a las manifestaciones ruidosas.

Motricidad de locomoción

La locomoción va a estar condicionada por la posibilidad de ponerse de pie y de la equilibrarían, que permitirán la posición erecta y la marcha.

Modalidades de desplazamiento:

Se distinguen dos modalidades de desplazamiento: la reptación y la propulsión cuadrupedia.

Algunos niños no la van a utilizar nunca en sus desplazamientos, mientras que otros la utilizarán incluso cuando sean capaces de andar. Este modo de desplazamiento puede ser eficaz y seguro, pues refuerza los brazos y estimula los reflejos de apoyo, preparando al niño para responder mejor a las caídas que pueden producirse por la falta de equilibrarían que acompaña a las experiencias de la posición de pie y de la marcha.

La marcha bípeda:

Forma natural de desplazamiento vertical, se caracteriza por una acción alternativa de las piernas y un contacto continuo con la superficie de apoyo. El progreso en el desarrollo de la capacidad de caminar va a depender de la velocidad de maduración.

La carrera:

El niño empieza a correr después de los 2 años, pero tiene muchas dificultades en pararse bruscamente o en girar porque carece de freno inhibitorio; éste lo irá adquiriendo progresivamente, lo que le permitirá, a partir de los 3 años, regular y moderar a voluntad sus movimientos.

El salto:

El salto se caracteriza por un período de vuelo, que resulta del impulso de una de las dos piernas, seguido de la recepción en el suelo sobre una o las dos piernas.

Motricidad de manipulación

La coordinación visomotora es la ejecución de movimientos ajustados por el control de la visión. La visión del objeto en reposo o en movimiento es lo que provoca la ejecución precisa de movimientos para cogerlo con la mano. Del mismo modo, es la visión del objetivo la que provoca los movimientos de impulso precisos y ajustados al peso y dimensiones del objeto que se quiere lanzar para que alcance el objetivo.

La coordinación visomotora se concreta en la relación que se establece entre la vista y la acción de las manos, por lo que habitualmente se habla de coordinación óculo–manual.

Las actividades básicas de coordinación óculo–manual que permiten la manipulación son: la prensión, el lanzamiento y la recepción.

La prensión coger un objeto que está a nuestro alcance es algo rutinario y fácil de realizar. Sin embargo, el estudio de la prensión en el niño pequeño muestra la complejidad de este acto.

La prensión, como la marcha, tiene una influencia decisiva en el desarrollo psicológico del niño. A través de su adquisición es posible el despliegue de los comportamientos exploratorios y de las posibilidades de acción del niño sobre el mundo que le rodea, factores esenciales de su desarrollo psicológico.

Lanzamiento y recepción

El lanzamiento y la recepción son actividades que desarrollan la precisión y el control propio, pero mientras que las actividades de recepción son típicamente de adaptación sesoriomotriz (coordinación de sensaciones visuales, kinestésicas y coordinación de tiempos de reacción), las de lanzamiento son, por un lado, de adaptación al esfuerzo muscular y, por otro, de adaptación ideo motriz (representación mental de los gestos a realizar para conseguir el acto deseado).

La capacidad de lanzar se desarrolla en los niños antes que la de recibir. El lanzamiento aparece en el niño por primera vez hacia los 6 meses cuando, desde la posición de sentado, se desprende del objeto que tiene en sus manos de una forma tosca.

La recepción se entiende la interrupción de la trayectoria de un móvil que, por lo general, suele ser una pelota o un balón.

Motricidad Grafica

La Grafomotricidad puede definirse como la capacidad de escribir o de manipular determinados utensilios que dejen huellas o trazos sobre un soporte.

·         Primera etapa:

Hacia el año y medio o dos años aparecen las primeras manifestaciones grafomotoras, denominadas garabatos.

·         Segunda etapa:

A partir de los 3 años se observa que el niño, de forma espontánea, da nombre al dibujo que realiza, lo que significa que el grafismo va tomando valor de signo de representación de algo.

·         Tercera etapa:

Hacia el cuarto año el niño dice antes lo que va a dibujar, por lo que se percibe claramente la intencionalidad y el sentido de representación que tiene el dibujo.

·         Cuarta etapa:

Entre los cuatro y cinco años en el circulo inicial empiezan a aparecer los ángulos y el niño modifica los círculos en cuadrados.

 

 

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